Por Alev Pinbell
Durante la pandemia del nuevo coronavirus, el gobierno peruano implementó la plataforma Aprendo en Casa, una iniciativa que le brinda educación virtual a niños de primaria y secundaria. Sin embargo, este programa no alcanza a toda la población infantil y adolescente que vive en el país y que no cuenta con los recursos tecnológicos o logísticos para acceder a la educación virtual.
Por esta razón, un adolescente de 14 años, tomó la iniciativa para ayudar a niños pequeños de su comunidad con esta problemática en Arequipa, al sur de Lima.
Con la aprobación de sus padres, el joven no dudó en poner a disposición su casa, ambientándola con varias mesas y sillas. Diariamente, llegan alrededor de 10 estudiantes a los que orienta para que aprendan a leer o resuelvan dudas de otros cursos.
Cada día, a partir de las 2.00 pm, el muchacho se convierte en profesor de tan solo 14 años y dirige la clase, mientras va aclarando las dudas a sus aún más pequeños alumnos.
Según dijo el joven a un medio local, la nula accesibilidad que tienen muchos niños de su comunidad a las clases virtuales lo impulsó a realizar esta tarea. Sin pensarlo mucho, se armó con una pizarra, un marcador, el celular de su familia y, sobre todo, mucho entusiasmo.
El joven, que igualmente cumple su función como estudiante en el tercer grado de secundaria, narra que todo comenzó de forma impensada cuando una vecina le pidió que enseñe a su hijo. “Todo empezó con una vecina de mi mamá me dijo que le ayude en sus tareas a su hijo porque ella no sabía leer”, indicó.
Después, otros dos niños llegaron a su puerta pidiéndoles que les enseñe. El muchacho los recibió y ahora son cerca de 10 escolares que asisten a diario a las clases del joven profesor. Incluso, dos de los pequeños a los que enseña viven en una zona más alejada y caminan aproximadamente 20 minutos para llegar a sus clases. Todos los pequeños y el adolescente usan sus mascarillas a fin de evitar un contagio por COVID-19.
La popularidad del joven ha aumentado con el paso de los días en toda la zona. “Yo me siento feliz cuando enseño porque siento motivación de ellos. Tienen las ganas, como yo, de querer aprender siempre más”, señala.
Sobre su sueño, contó que desea estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA). Argumenta que la enseñanza no sería su vocación, pero el apoyo social sí lo es. Mientras dure la pandemia, asegura que las puertas de su casa estarán siempre abiertas para aquel que desee aprender.
-
Relacionados y de interés