Por Alev Pinbell
Si se dan ciertas condiciones ecológicas, los ratones e incluso los humanos tienen el potencial de volverse venenosos algún día, aunque existen pocas posibilidades de que este escenario ocurra, según una investigación de científicos de la Universidad de Graduados del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa y de la Universidad Nacional de Australia.
El estudio fue publicado esta semana en la revista PNAS y en él los autores explican que la base genética requerida para que el veneno oral evolucione está presente tanto en reptiles como en mamíferos. De igual manera, la investigación proporciona la primera evidencia concreta de un vínculo molecular subyacente entre las glándulas venenosas de las serpientes y las glándulas salivales de los mamíferos.
La clave está en los genes 'cooperativos'
Los científicos no se centraron en los genes que codifican las proteínas que componen la mezcla tóxica, sino que buscaron genes que trabajan juntos e interactúan con los genes de veneno. En las glándulas venenosas de la serpiente habu de Taiwán identificaron alrededor de 3 000 de estos genes 'cooperativos' y determinaron que desempeñan un papel importante en la protección de las células del estrés causado por la producción de muchas proteínas.
Luego, los expertos analizaron los genomas de otras criaturas, incluidos mamíferos, como perros, chimpancés y humanos, y vieron que contenían sus propias versiones de estos genes.
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Cuando se analizaron los tejidos de las glándulas salivales de los mamíferos, notaron que los genes seguían un patrón de actividad similar al observado en las glándulas del veneno de serpiente, por lo que sugieren que estos dos tipos de glándulas comparten un núcleo funcional antiguo.
Agneesh Barua, el primer autor del estudio, explica en un comunicado que, si bien muchos científicos "han creído intuitivamente que esto es cierto", esta investigación proporciona "la primera evidencia sólida real de la teoría de que las glándulas venenosas evolucionaron a partir de las glándulas salivales tempranas". Mientras las serpientes incorporaron muchas toxinas diferentes en su veneno y aumentaron la cantidad de genes involucrados en su producción, los mamíferos, como es el caso de las musarañas, "producen un veneno más simple que tiene una gran similitud con la saliva", explica Barua.
¿Habrá ratones venenosos en el futuro?
La aparente facilidad con la que la función de las glándulas salivales se puede reutilizar para que sean venenosas, junto con los experimentos de la década de 1980 que demostraron que los ratones machos producen compuestos en su saliva que son "altamente tóxicos cuando se inyectan en ratas", permiten suponer que, bajo ciertas condiciones ecológicas, "en unos pocos miles de años podríamos encontrarnos con ratones venenosos", indica el autor de la investigación.
De la misma forma, tampoco se puede descartar que los humanos también puedan volverse venenosos, lo que "da definitivamente un significado completamente nuevo a una persona tóxica", bromea Barua.
Imágenes ilustrativas / Pixabay
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